De ‘La Vanguardia española’ a ‘La Vanguardia podemita’
‘La Vanguardia’ siempre ha sido un diario de orden. Básicamente porque siempre ha estado con quién mandaba. Por eso le ha ido tan bien desde su fundación en 1881, y ha aguantado los sucesivos disturbios en Barcelona década tras década, las guerras coloniales, una guerra civil, varias recesiones económicas y una rebelión secesionista. De hecho, fue uno de los grandes medios españoles que mejor resistió la última gran crisis financiera. Tampoco es de extrañar, dado que he visto pilas de ejemplares gratuitos de este diario en institutos de secundaria, trenes de cercanías, paradores nacionales o centros de día para mayores. Como alguien paga de una manera u otra esos ejemplares de ‘cortesía’, eso demuestra la gran capacidad de adaptación de este periódico.
¿Qué llegaron los socialistas? Juan Tapia de director. ¿Que a José María Aznar no le gustaba? José Antich al mando. ¿Qué llegó la gran crisis económica y Artur Mas se convirtió en separatista de toda la vida y necesitaba un diario conservador que legitimara su giro? Antich se reconvierte al independentismo y nos ahorramos un finiquito. ¿Qué la cosa ha ido demasiado lejos? Màrius Carol le da un toque medio constitucional, medio equidistante. ¿Qué el heredero del conde quiere volver al independentismo, que es donde está la pasta de la Generalitat? Jordi Juan es entronizado. Si ‘La Vanguardia’ podía pasar de poner a una miliciana republicana en la portada a cambiar su cabecera por ‘La Vanguardia española’ y dar loas a Franco, ¿por qué no adaptarse a los giros de la política española mientras la caja registradora suene?
De ahí que ‘La Vanguardia’ sea como la Iglesia católica, que siempre juega a todos los palos. Si la Santa Sede tiene curas integristas, curas de centro-derecha mediopensionista, curas comunistas, curas socialistas y de cualquier ideología que se puedan imaginar, el diario de los Godó no iba a ser menos. No llega a los dos milenios de vida de la jerarquía católica, pero deles tiempo. Y como Podemos hace tiempo que tiene un papel importante en la política española, y en esa casa ponen huevos en todas las cestas, ahí tienen a Enric Juliana haciéndose muy amiguito de Pablo Iglesias, al que el líder ‘morado’ bautizó como un ‘gramsciano’ de derechas.
Podría extrañar el buen rollo entre el buen burgués catalán vaticanista medio separatista metido a periodista y el hombre que llegó a la política para acabar con el régimen del 78, pero no lo es tanto. A fin de cuentas, uno era un revolucionario de salón que buscaba un casoplón y el otro forma parte de la telaraña insaciable de ‘La Vanguardia’, siempre deseoso de tener las mejores conexiones con quién tiene la llave de la caja. De ahí que no extrañe que uno de los periodistas de guardia de Pablo Iglesias, Pedro Vallín, sea uno de los informadores estrella de la información política del diario. Hasta que llegue un nuevo giro, por supuesto.
Pero de momento Podemos ha cambiado ‘La tuerka’ por el diario de los Godó, lo cual tampoco es de extrañar dada la curiosa fascinación de Iglesias hacia la política catalana, a la que considera un ecosistema muy diferente al español, con más ‘finezza’. La gasolina de los contenedores quemando en el centro de Barcelona no la tienen en cuenta. El hipnotismo de los catalanes con ascendencia sobre Iglesias, como Asens, Colau o el propio Juliana, le hace ver unas sutilezas que no existen. Y es que este mal está muy extendido en buena parte de la izquierda española.
Pero volvamos al ‘podemita’ Juliana. Esta misma semana comparó en TV3 la actitud de los manifestantes de Núñez de Balboa con la virulencia de la política venezolana. Veamos cómo preparó el cóctel bolivariano-rojigualda. Juliana explicó que a dicha calle, en la que se han desarrollado varias protestas contra el Gobierno, se la conoce como “la pequeña Caracas” porque “viven bastantes venezolanos”. Añadió unas gotas de “la Comunidad de Madrid ha recibido en los últimos años mucha gente proveniente de Venezuela, unos 300.000 venezolanos”. Luego le puso unas rodajas de “hay una parte de estas personas que tienen un alto nivel de renta. Algunos de ellos no vienen directamente de Venezuela, vienen de Miami. Se fueron de Caracas, fueron a Miami y han optado por Madrid”.
Tras ponerle un toque de “estos emigrantes vienen con las pautas, los cánones, las ideas, los planteamientos y diría que el temperamento político de un país tan tenso, tan dramáticamente polarizado como es Venezuela”, batió la mezcla y le salió un “y pienso que las protestas de estas semanas hay ecos de la virulencia con que se produce los combates políticos en una sociedad como la venezolana”. El problema de los buenos burgueses catalanes vaticanistas medio separatistas que se acercan demasiado al entorno de Podemos es que acaban viendo ‘Venezuelas’ en todas partes menos donde sí las hay. Por ejemplo, en Badalona, su ciudad natal. Juliana apoyó a la candidata fanática y radical de la CUP a la alcaldía. Le gustaba más el modelo caraqueño y golpista-secesionista de Dolors Sabater que Xavier García Albiol. Así es ‘La Vanguardia’, y así se lo hemos contado.